Este miércoles se juega uno de esos tantos “partidos del siglo” que tenemos todos los años. Para contribuir a que sientas esa emoción injustificada al sentarte ante el televisor, te presentaré una serie de duelos individuales por los que el partido de esta noche es especialmente importante (dentro de lo importante que puede ser un partido de fútbol, evidentemente).
Guardiola-Mourinho. Probablemente los dos mejores entrenadores europeos actuales. Representan dos maneras de ser y concebir el fútbol totalmente opuestas. Guardiola es el partidario del fútbol de toque, mascar la jugada, mover el balón hasta encontrar el hueco, defenderse atacando. Me niego a decir que Mourinho es el anti-fútbol, sino que representa otro tipo de juego, un fútbol de presión, de impedir la circulación del balón, de desactivar al contrario, de lanzar rápidas contras, de una pegada letal. También representan modelos opuestos en lo personal y cómo contagian de esto a sus respectivos equipos: Mourinho es el hombre de carácter, arrogante y prepotente; Guardiola es el humilde, nunca una palabra más alta que la otra, siempre elogioso con el rival y con sus propios jugadores. En la ida Mourinho se impuso, desarmó al Barça y por primera vez tuvimos la impresión de ver a un Pep Guardiola desorientado, sin saber que hacer. Tras dos escaramuzas ganadas por el catalán, en la primera gran batalla se impuso el portugués. Mañana sabremos quién es definitivamente el derrotado.
Ibrahimovic-Eto'o. El debate del verano. ¿Fue una locura comprar a Ibrahimovic por Eto'o y cuarenta millones? Visto lo visto, parece que si. Ni uno ni otro están triunfando plenamente en sus actuales equipos. Ibrahimovic, tras un buen inicio, está completando una temporada discreta, sin la capacidad goleadora y de presión arriba del camerunés. Tampoco acaba de encajar en la maquinaria azulgrana y en ocasiones parece no darse cuenta de a qué juega su equipo. La temporada de Eto'o tampoco está siendo buena. Suplente en muchos partidos, sus 12 goles, sin ser pocos, están muy alejados de sus registros anteriores; si bien es cierto que marcó el gol decisivo en Stamford Bridge. Por el momento, parece que el duelo lo gana Eto'o, pero bastará que uno de ellos sea el último en tocar el balón antes de que este se aloje en la red para tener un ganador definitivo y absoluto.
Xavi-Sneijder. Representan los dos modelos de cerebro, de creador de fútbol. Xavi es el máximo exponente de los centrocampistas de toque, pases horizontales, gente que nunca pierde el balón, los exponentes del tiki-taka, los Xabi Alonso, Cesc, Guardiola, Pirlo... Sneijder representa a esos centrocampistas que siempre tuvieron vocación de mediapunta, dar pocos toques, con mucha verticalidad e imaginación y una velocidad endiablada para sorprender y romper las defensas rivales. En estos tiempos en los que el centrocampista “tipo Xavi” parece ser la única opción, Sneijder reivindica a los Lampard, Gerrard, Guti o Carrick.
Lucio-Piqué. Uno es y ha sido de los mejores defensas europeos en los últimos años, el otro lo es ya y seguirá siéndolo. Ambos poseen características similares, altos pero no lentos, van bien de cabeza y sabe acudir al cruce. Les une además el gusto por la pelota, saber manejarla y salir con el balón controlado desde abajo, siendo los primeros en repatir el juego y subir arriba si las cosas se ponen crudas. Son además auténticos referentes en el vestuario, gente de carácter que imprime personalidad a un equipo. Pero los dos tienen espinas clavadas, Pique no olvida la mirada desafiante de Lucio cuando este le sacó un balón bajo los palos, Lucio aspira a ganar ese ansiado trofeo que su joven rival ya ha obtenido en dos ocasiones. Esta noche lucharán por privarnos del gol.
Diego Milito-Gabi Milito. La rivalidad queda en casa. Ambos se verán frente a frente, el uno delantero centro, el otro defensa central. Ya saben lo que es eso, se han enfrentado entre sí en dos ocasiones, en una de ellas incluso se llegaron a encarar. En el campo no se conoce a nadie, ni a amigos ni a hermanos. Está en juego soportar las bromas del otro durante las próximas conversaciones, reuniones familiares, bodas, bautizos o comuniones. Yo no lo aguantaría.